lunes, 25 de junio de 2012

Del milagro a la rutina en cuatro años

España recibía a Francia con la historia en contra. La estadística decía que nunca se había ganado a los galos en competición oficial, pero esta generación de La Roja no sabe de maldiciones ni de retos imposibles. Ya nos lo demostraron hace cuatro años, en la anterior Eurocopa, cuando se eliminó en cuartos a Italia en penaltis. Aquel día cambió la historia del fútbol español. Nunca pasábamos de cuartos, siempre nos ganaban los equipos grandes, había una serie de equipos históricos que parecían intocables en las grandes citas, que estaban acostumbrados a ganar y no les atenazaba la presión de las alturas, algo que sí le pasaba a España. Pero eso se acabó hace cuatro años.

Demostró Francia lo que ya sabíamos, que el rival a batir y el equipo grande es España, que los rivales ya no se atreven a hacer su juego ni a abrirse al ataque, ya se lo vimos hacer a Croacia, pero sorprende un poco más vérselo hacer a un equipo candidato al título como el francés.

Del Bosque optó por la opción del nueve falso con Fábregas por Torres como única modificación. Blanc opuso un mediocampo para provocar atascos, sin Nasri y con el trivote Mvila, Cabaye y Malouda, no demasiado defensivo, ya que dejó fuera a Aliou Diarra, el más peleón de los que podrían jugar en el centro. Mvila es un medio fuerte pero con capacidad creativa, Cabaye y Malouda (cuyos mejores años pasaron ya y que está aportando en este campeonato poco más que experiencia) buscaban la llegada arriba en segunda línea, pero nada de eso funcionó. La idea del partido del once del gallo era esa, atascar el juego de España adelantando la defensa (más aun al no estar Mexés y al jugar España sin delantero de referencia que empujara a la defensa rival), robar y salir lo más rápido posible, conectar con Benzema y Ribery y que esperaran el apoyo de Malouda y Cabaye ¿que falló? Pues que la premisa primera, la de robar el balón a España, es casi imposible.

La Roja salió a lo de siempre, pero con un aire de manejo absoluto del partido, de confianza total en que todo va a acabar saliendo bien, que nos confirma como equipo grande, de esos que no tienen que hacer nada extraordinario para llevarse los partidos. España tocó y tocó, monopolizó el balón, supo cortar bien cualquier intento de salida de Francia, con el doble pivote funcionando correctamente en el trabajo sucio, y fue cansando al combinado galo, desesperándolos, sacándolos del partido. Se puede volver al reproche de otros partidos, faltó profundidad o llegada de alguien con más instinto, ya que Silva, Iniesta o Xavi no parecen gran opción para colgarles un centro, pero el plan está siendo este, doblegar la resistencia del rival a base de marearle tocando el balón, jugar con paciencia hasta que el rival trata de abrirse y arriesga, entonces, Del Bosque saca los cuchillos. Mención de honor merece la defensa española, buena presión de los que juegan arriba, que impide que los rivales saquen el balón limpio, buen trabajo de Alonso y, sobre todo, Busquets para barrer en la zona ancha y cubrir las subidas de los laterales, y gran desempeño de Piqué  y Sergio Ramos, serios, rápidos y fuertes. Sin errores, que es lo mejor que se le pueden decir a dos centrales. Además, por si todo lo demás falla, Casillas, no hay más que hablar.

A los 19 minutos, Jordi Alba (excepcional su partido de ayer y una de las revelaciones del torneo), superó a Debuchy, que jugó más adelantado de lo habitual con Reveillere por detrás para cubrir las subidas del valencianista, oteó el horizonte con calma y vio llegar a Xabi Alonso al segundo palo, excepcional el tolosarra en su decisión de ocupar ese espacio y preciso a la hora de colocar con la cabeza el balón al contrapié del guardameta Lloris, gol y demostración de su mejor cualidad como futbolista: la perfecta lectura del juego. Ya antes de esta jugada solo España había mostrado algo e incluso se había reclamado un más que posible penalti sobre Fábregas.

El primer tiempo se fue desde entonces en larguísimas posesiones de España, sin encontrar demasiado la profundidad ni asustar en exceso a Lloris pero, sobre todo, sin que los de Blanc llegaran a las inmediaciones de Casillas, que tan solo tuvo que esforzarse al filo del descanso en un lejanísimo lanzamiento de falta de Cabaye que buscó la escuadra, pero que el capitán deshizo con sencillez. Apenas llegaron un par de balones a Benzema y Ribery, pero la defensa estuvo atenta para impedir que generaran peligro real.

El segundo tiempo arrancó diferente, con los mejores minutos de los bleus, que adelantaron la defensa aprovechando el exceso de toque horizontal de los españoles y que ni Silva ni Iniesta encontraban el hueco para desbordar. Los únicos que encontraban el camino eran Arbeloa y, sobre todo, Alba, pero al no haber rematador para sus subidas éstas resultaban estériles. Sin apenas peligro, Francia dio otra sensación, tal vez tan solo fruto de la necesidad, España no llegó a temblar, pero Blanc se decidió en el minuto 64 a cambiar su alineación a una configuración más ofensiva, más habitual en su equipo, con la salida de Nasri y Menez por Malouda y Debuchy. De inmediato Del Bosque contestó metiendo profundidad al equipo español con la salida de Pedro, para quien la situación del partido parecía perfecta, y Torres, que arrastraría a la defensa e impediría que se volcaran sobre campo de ataque.

Aportaron más los cambios del combinado español que los del francés, al no tener la pelota su equipo, Nasri no pudo mostrar ni una pincelada del arte que atesora, mientras que a Menez le vino el partido grande y Jordi Alba se lo comió en los pocos minutos de los que dispuso. Cuando más tarde entró Giroud como delantero alto, tampoco pudo inquietar a Piqué o Ramos. España mientras sí consiguió lo que Del Bosque pretendía, Torres inquieto a Rami y Koscielny aunque estuvo acelerado y poco acertado a la hora de crear ocasiones, mientras, la profundidad de Pedro por la izquierda, que, en compañía de Alba desquiciaron a Revelliere y a Menez (que apenas ayudó a su lateral) provocó algunas llegadas de peligro que terminaron de demostrar la superioridad del equipo español. Pero si en un momento fue clave Pedrito fue al provocar el penalti francés en el último minuto tras una bella jugada de desborde en la que rompió espectacularmente la cintura de Rami. Alonso convirtió el 2 a 0, su segundo gol del día, y celebró a lo grande su partido 100 con la selección.

Un partido sin gran ritmo ni profundidad, pero con un dominio del juego por parte de España escandaloso. La Roja no necesitó más de lo que hizo para llevarnos de forma casi rutinaria a las semifinales de la Eurocopa, a un lugar donde hace cuatro años nos pareció un milagro llegar. Gracias a este maravilloso grupo de jugadores por acostumbrarnos tan mal.

Ahora, el último escollo antes de la final será Portugal. Un equipo peligroso, inferior a España, pero acostumbrado a jugar a aquello que todos le juegan a los campeones del mundo, defender, robar y salir muy rápido. Un equipo muy fuerte atrás y, sobre todo con un argumento ofensivo clave: Cristiano Ronaldo, bien acompañado por Nani. Seguramente necesitará España dar algo más que lo ofrecido hasta ahora para alcanzar la final, pero este equipo es perfectamente capaz de eso.

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