martes, 4 de marzo de 2014

La peculiar forma de arbitrar a Diego Costa

Diego Costa, el delantero del Atlético de Madrid y, recientemente, de la Selección Española, tiene una forma de jugar, siempre al límite, que le hace estar constantemente acompañado por la polémica. En sus primeros años como jugador aunó brillantes acciones con salidas de tono que le llevaron varias veces a la caseta antes de tiempo. Desde su definitivo despunte como titular en el Atlético de Madrid, a mediados de la temporada pasada ha ido atemperando poco a poco su carácter sin perder un ápice de entrega pero centrándose más en el juego y menos en las batallas personales.

Pero no solo eso ha variado alrededor de Diego Costa. También se puede observar en esta temporada una forma bastante peculiar de arbitrar lo que sucede en el campo con Diego Costa. Los colegiados parecen haber dejado por imposible al volcánico atacante hispanobrasileño, permitiéndole fajarse en el cuerpo a cuerpo y en la presión más de lo que suele ser normal. De la misma forma le permiten protestar de manera más airada que a otros jugadores, como si ya le conocieran y respetaran que este chico es así y que de nada sirve andar expulsándole a diario. Tal vez es la forma de recompensarle por haber ganado en nobleza en su rudo desempeño en el último año.


Pero si llama la atención esa manga ancha que los árbitros muestran con lo que él hace, aun más llamativo por lo notablemente claro del hecho es que se permita a los defensas pelear con él con mucha más virulencia que la que se permite hacia otros delanteros. En esta temporada, muchos rivales han intentado sacar del partido a Costa mediante provocaciones que nunca han encontrado respuesta por parte de los colegiados. Además, los agarrones y cuerpeos excesivos parecen permitidos cuando entre medias anda el delantero colchonero. Tampoco la propensión a tirarse del rojiblanco ayuda a que los árbitros le miren con más cariño.

Bien parece que, para los árbitros, lo que sucede alrededor de Diego Costa queda emborronado por un agujero negro de lo que a veces se llama "otro fútbol" en el que casi todo vale. Como si les pareciera demasiada complicación frenar lo punible que hace y recibe esa fuerza desatada de la naturaleza que es el brasileño, prefiriendo dejar que se resuelva por sí solo, que quede un resto de nobleza que haga que la situación no explote más allá de una guerra de guerrillas de juego subterráneo sin vencedores ni vencidos.

miércoles, 26 de febrero de 2014

Schalke 04 - Real Madrid, con el espíritu de Raúl

Ante el choque de octavos de final de Champions League entre el Schalke 04 y el Real Madrid es imposible no remitirse a la figura de Raúl González. Actualmente goza de sus últimos años de profesional en el Al-Sadd de Catar, pero los dos clubes que marcaron su carrera fueron los dos que se enfrentan en esta eliminatoria.

Tras 16 años de pertenencia al Real Madrid, el eterno capitán blanco, que perdía protagonismo deportivo en el equipo de su vida, decidió buscar nuevos retos lejos de España. Aunque parecía que iba a buscar un destino más cómodo, como en el que actualmente se encuentra, eligió otra gran liga: la Bundesliga alemana, y un club de cierto nivel, el Schalke 04.

Aunque allí tan solo militó dos temporadas y, por supuesto, no desbancó al Real Madrid del centro de su corazón, el espíritu que imprimió a ese buen equipo y los buenos resultados futbolísticos (ganó Copa y Supercopa de Alemania y alcanzó la semifinal de la Champions) le llevaron al Olimpo de mitos del club de Gelsenkirchen. Allí se le conoció con el sobrenombre de Señor Raúl, como indicativo de su buen talante competitivo y su deportividad. En su despedida del club alemán recibió un sentido homenaje de todo el campo y los reconocimientos que no encontró en Madrid cuando salió del club al que entregó la mayor parte de su vida futbolística.

Raúl, que fue todo en el Real Madrid, capitán durante muchos años, santo y seña de la lucha y el deseo de victoria que caracterizan al club merengue, dejó el equipo por la puerta de atrás. Cierto bajón en su rendimiento junto a la vorágine que envuelve a la mitología de los equipos punteros, le hizo bajarse del tren sin hacer tanto ruido como merecía.

Siempre tuve la impresión que había algo que chocaba entre el espíritu de Raúl y la forma de gestionar el club de Florentino Pérez. En el final de su era como madridista, no hubo gestos de honor en la despedida por parte del club, tan solo este verano, tres años después de su marcha, se organizó en el marco del Trofeo Bernabéu un partido homenaje aprovechando la presencia del Al-Sadd. Poco para sus méritos.

Esa búsqueda de superfichajes que marca el Florentinato hace que héroes como Raúl queden sepultados a poco que bajan su aportación. Cuando el madrileño dejó el equipo, la ilusión estaba más centrada en la llegada de Mourinho o las exhibiciones de Cristiano Ronaldo. Pero no solo esa impresión de falta de sintonía viene de esta última época. En el primer mandato de Florentino tampoco tuve la impresión de que Raúl sintiera que se le valoraba lo suficiente desde las altas instancias del club. El entiende el fútbol de una forma más clásica, donde las formas empresariales del presidente merengue, aunque hayan podido mostrarse efectivas, no tienen cabida.

Leo hoy en prensa que el presidente del Schalke 04 estaría encantado de contar con Raúl cuando deje el fútbol. Tengo el pálpito de que, cuando deje el Al-Sadd, lo más probable es que se quede en Catar, donde están deseosos de contar con grandes nombres del fútbol mundial que aporten mejoras a su fútbol (a cambio de cuantiosos emolumentos). Pero de volver a Europa, creo que antes aceptaría una propuesta del Schalke que de Florentino Pérez.

Que Raúl González algún día volverá al Real Madrid parece una obviedad, pero me parece difícil que sea junto a Florentino Pérez. Esperará otros tiempos y otros proyectos, más afines a su espíritu.
Raúl, tras marcar en su partido homenaje con el Real Madrid