sábado, 30 de junio de 2012

España se doctora en carácter

Quien pensara que ganar una Eurocopa era un paseo se equivocaba. Tal vez hay gente que no se acuerda ya de las competiciones anteriores a la Euro 2008 y de tantas veces que hemos caido sin alcanzar las semifinales. Ahora sabemos movernos en las alturas, como decía Luis Aragonés antes del Mundial de Alemania, estamos con los que ganan. Pero si hace cuatro años adquirimos ese gen ganador al proclamarnos campeones de Europa, en estas semifinales se ha demostrado un carácter de equipo grande de verdad. Se sobrevivió en un partido tenso, sin excesiva brillantez, y si se resolvió en una tanda de penaltis reuelta con casta y toda la confianza en la victoria, que es lo que mostró Casillas, que siempre está ahí cuando se le necesita, Cesc, que quiso volver a jugarse el penalti decisivo como hace cuatro años ante Italia y, sobre todo, Sergio Ramos, que deseaba resarcirse del penalti fallado en la semifinal de la Champions que tantas bromas provocó y lo hizo a lo grande, en otra semifinal y a lo Panenka.


Del Bosque sorprendió en el planteamiento inicial con la introducción de un nueve. Para añadir más elementos al debate generado durante toda la Eurocopa, en lugar de alinear como ariete a Torres, que venía siendo el habitual en el torneo, o a Llorente, que en el cruce con Portugal en el Mundial enloqueció a la defensa lusa, escogió al sevillista Negredo tratando de encontrar un camino intermedio entre ambos y, seguramente, al delantero que mejor puede conectar con los bajitos del mediocampo español.

Por lo demás, el planteamiento esperado, España a tener el balón, sin encontrar demasiada profundidad para atacar la portería portuguesa, y los de Paulo Bento a exhibir su superioridad física presionando, atascando la zona entre líneas para que España no creara y a salir al contraataque en cuanto les fuera posible. Ninguno de los dos equipos consiguió llevar a cabo su plan al completo, ni La Roja controló el balón y el ritmo del partido tanto como acostumbra, ni Portugal encontró la forma de salir al contraataque, con Almeida bien controlado por los centrales, Nani diluido en la persecución del correcaminos Jordi Alba (vaya partidazo y vaya Eurocopa del flamante nuevo fichaje del F.C. Barcelona) y Cristiano Ronaldo como único argumento real en ataque frenado entre Arbeloa y las múltiples y efectivas ayudas de cualquiera que pasara cerca de él.

Así fue pasando el primer tiempo, con oportunidades que entre ambos equipos podrían contarse con los dedos de una mano y mucha tensión, con Portugal protestando cada decisión arbitral, Coentrao y Reina discutiendo, pocas llegadas españolas al área, un par de disparos de Cristiano, Negredo luchador pero con poca presencia ante la superioridad física de Alves... en fin, lo esperado en una semifinal, nadie quiere exponer más de la cuenta. Lo más destacable, la seriedad defensiva de España (vaya pareja hacen Ramos y Piqué) y la asfixiante presión lusa liderada por el incansable Almeida.

Del Bosque hizo los cambios antes de lo que en él es habitual a la vista de que el plan Negredo no funcionaba demasiado bien y los portugueses nos asfixiaban. A los 8 minutos del segundo tiempo volvió el falso nueve con Fábregas entrando por Negredo, a los 14 trató de abrir el campo con Navas por un apagado Silva, pero aunque Iniesta y Busquets crecían en la medular a medida que el fuelle portugués no les daba para presionar tanto, seguía sin atisbarse la forma de batir a Rui Patricio. Un movimiento táctico de Paulo Bento mandó a Ronaldo al centro desplazando a Hugo Almeida a la izquierda. El madridista entró más en contacto con la pelota pero al recibir de espaldas fue más fácil de frenar para los defensas. Posibilitó con dejadas a la banda la llegada de Almeida, que dispuso de un par de disparos en posición de cierto peligro que salieron muy desviados. Dos faltas seguidas lanzadas por CR7 desde la frontal también encogieron el corazón de los españoles, pero sin peligro real.

El técnico portugués, poco amigo de los cambios, sacó en el minuto 80 a Oliveira por Almeida buscando refresco, ya que el sustituido llevaba un tremendo trabajo de presión realizado durante todo el partido. Esto mejoró la salida de balón de España y se notó en el juego. La salida de Pedro en el minuto 86 ahondó en la sensación de frescura de La Roja. Salió por Xavi, que entre el doble pivote, las defensas rivales y la línea de mediapuntas sin delantero que estire el campo, está emparedado y no consigue darle el ritmo que solo él sabe al juego del equipo.

Del Bosque sacrifica el vértigo de la profundidad que complemente en los últimos metros al toque del centro del campo en pos de la estabilidad y el control del juego, es una forma de defenderse con el balón, de esperar a que sea el rival quien se abra para entonces lanzarse a su yugular. Puede ser discutible y seguramente no es la versión más espectacular de La Roja en los últimos años, pero funciona: hemos recibido solo un gol en toda la Euro y estamos en la final. Además, es un plan coherente con nuestras características. Eso sí, tal vez no hubiera estado de más mantener a Negredo si iba a salir Navas, para que el sevillano no se sintiera tan solo al llegar a linea de fondo y levantar la cabeza, o para que las subidas de Jordi Alba y sus paredes en banda con Iniesta pudieran encontrar rematador. Otra opción hubiera sido que para abrir el campo se hubiera utilizado antes a Pedro que a Navas, el canario está más dotado para las diagonales y tiene más llegada al gol, lo que nos hubiera dado mayor sensación de peligro. Tengo la impresión de que los cambios fueron algo redundantes, se optó primero por las dos alternativas que se vienen utilizando durante todo el campeonato y solo en el tercer cambio dio entrada a quien necesitaba el partido.

En el último minuto de la segunda parte, la mejor ocasión de Portugal en el partido, Cristiano Ronaldo se plantó solo ante Casillas en una contra a la salida de un córner... pero mandó el balón a las nubes ante el suspiro de alivio de la afición española.

La prórroga fue para España, casi monográficamente. Portugal no encontraba salida, el doble pivote español y los centrales adelantaron líneas con buen criterio y asfixiaron a los lusos, que notaron mucho el bajón físico y la nueva profundidad del once hispano. Ni los cambios de Custodio y Varela por Veloso y Meireles, ambos fundidos, variaron la dinámica. Llegaron las ocasiones, especialmente una de Iniesta culminando una buena combinación por banda izquierda, donde Pedro y Jordi Alba se compenetraron a la perfección, pero Rui Patricio salvó milagrosamente a los suyos.

Cuando llegaron los penaltis, las caras de unos y otros denotaban que España estaba más curtida en partidos importantes que Portugal. La sensación cambió cuando Xabi Alonso, el especialista hispano, se encontró con el guante de Rui Patricio en su lanzamiento, pero Casillas no faltó a su cita con el milagro y detuvo también el primero de Portugal, lanzado por Moutinho. Después Iniesta y Piqué marcaron por España y Pepe y Nani por Portugal con penaltis bien lanzados. Lo que pareció una anécdota pudo ser al fin un hecho determinante. En el tercer penalti de Portugal se dirigió Alves a por el balón, pero cuando estaba apunto de colocar el balón en el punto, llegó Nani a pedirle que le dejara lanzar a él. Nani marcó, pero Alves tuvo que volverse atrás y seguir controlando sus nervios hasta el siguiente turno. Tras Nani, Ramos puso el puntito de arte de la noche convirtiendo sus ganas de protagonismo en carácter para lanzar un penalti tan decisivo a lo Panenka, no tan sutil como el de Pirlo ante Inglaterra pero igual de eficaz. Adiós a los fantasmas del fallo contra el Bayern de Munich, aunque a algún aficionado de La Roja casi se le sale el corazón por la boca. El cuarto de Portugal, Bruno Alves, el brusco central al que seguramente afectó que Nani le cambiara el turno, llegó al punto de penalti hecho un flan y mandó el balón al larguero. Como cuatro años antes contra Italia, Cesc Fábregas a por el quinto lanzamiento. En 2008 reconoció que nunca se habría imaginado lanzando ese penalti, ahora lo pidió él. Es el cambio que ha dado la selección española de entonces a ahora. Anotó Cesc un perfecto lanzamiento, raso, al palo y dentro. Se desata la locura española, una auténtica fiesta en Donestk. Cristiano se había quedado para hacer el quinto lanzamiento y ser el héroe, el centro de los focos, no tuvo opción, fue castigado por esas ganas de protagonismo.

España se mete en la final tras un torneo sin la brillantez que en los últimos tiempos ha llegado a mostrar, pero con un empaque, una personalidad y una seguridad defensiva digna de los mejores equipos de la historia. Estamos doctorados en carácter y acostumbrándonos a vencer, y eso es algo que, como la camiseta de la estrella perdura de generación en generación, se marca en el ADN de un equipo. Eso es, sin duda, una gran noticia para nuestro fútbol.

miércoles, 27 de junio de 2012

Por qué no me gusta Portugal

No me gusta Portugal, definitivamente. Ojo, no me gusta como rival de España en la Euro, como pais no tengo nada en su contra y no lo he visitado nunca. Tal vez solo sea el canguelo propio de que se acerque el partido pero sospecho que esta vez es algo más, el juego de Portugal me parece el estilo que más puede incomodar a La Roja.

No voy a caer en simplificar el tema en una identificación del juego de España con el del Barça y el de Portugal con el Real Madrid, aunque una comparación válida porque les mueve el mismo motor. La clave en España son los mediocampistas, el ritmo lo marcan Xavi e Iniesta, tanto en el Barça como en España. La clave y el compás en Portugal, como en el Real Madrid, es para Cristiano Ronaldo.

Todos los rivales de España en esta Eurocopa, a excepción de Irlanda tal vez, han formulado tácticamente su disposición en función de los de Del Bosque, y todos con la idea de reforzarse de mediocampo para atrás, atascando el juego de toque entre líneas de los nuestros y tratando de robar y salir rápido. A nadie le ha salido bien del todo a la vista de los resultados, pero tampoco mal del todo, ya que han conseguido contener en gran medida la combinación cercana al área de los nuestros. La trampa de Portugal para España es que ese juego que nos han intentado hacer los demás (a contraestilo) en el caso de los lusos es su libreto habitual.

Sin entrar a hacer un análisis en profundidad de los de Paulo Bento, tienen dos centrales (Pepe y Alves) rotundos, fuertes, rápidos, altos pero flexibles, atrevidos para abandonar la linea, pueden funcionar bien con un delantero fijo de referencia o con falsos nueves. Los laterales (Coentrao y Pereira) son correctos en ataque y defensa y saben donde estar en cada momento, difíciles de superar y peligrosos arriba. El trío del eje, con Veloso como escoba para impedir el movimiento entre líneas de los mediapuntas españoles, intentará cortocircuitar a los de Del Bosque. Le acompañan Meireles, un centrocampista muy completo y con llegada, de esos que se les llama ahora box to box (es decir, que juegan de área a área); y Moutinho, el auténtico organizador, el que tiene calidad para el pase a los de arriba. Lucharán de tu a tu con el doble pivote de Alonso y Busquets. Arriba, el peligro, sobre todo en las bandas, con Nani y Cristiano Ronaldo, la gran estrella. La idea de ataque de los portugueses será robar el balón y conectar rápido con ellos dos, será complicado para los laterales españoles atreverse a subir ya que las dos flechas lusas recibiendo a su espalda pueden ser letales. El ariete habitual, Helder Postiga, está lesionado. En su puesto estará Hugo Almeida, un gran cabeceador aunque algo tronco. Con la lesión del zaragocista Postiga se especuló con que  Cristiano jugará de delantero centro, hubiera sido buenísimo porque recibiendo de espaldas es mucho más controlable que en una banda, donde exhibe su potencia al máximo. Almeida no es más que un buen delantero, pero su entrada provoca que Ronaldo vaya a la banda, una pena para España.

Así es Portugal, un equipo inferior a España pero que tiene todo aquello que han buscado los anteriores rivales de los de Del Bosque para hacerles daño. El balón sobre el césped dictará sentencia.

lunes, 25 de junio de 2012

Ay, el biscotto

Viendo a Italia superar a Inglaterra en cuartos de la Eurocopa por penaltis, no puedo evitar recordar la posibilidad que se dio en el España - Croacia de haber pactado un empate que hubiera dejado fuera a los trasalpinos. El famoso biscotto o pasteleo que diríamos en castellano, que pudo ser y no fue, pero que hasta que finalice la competición flotará en el ambiente con sus defensores y sus detractores.

Siendo sincero, me pareció en su momento una opción la mar de tentadora poder dejar fuera a los italianos, que a pesar de evolución de la mentalidad española en las últimas competiciones, siguen siendo uno de esos equipos que nos acomplejan un poquito. No obstante, vi correctísima la decisión del equipo español de no dar lugar ni a la más mínima especulación y segar el tema antes de que despuntara.

Aparte del aspecto ético de la decisión, que es la faceta más clara e importante por el bien de la limpieza de la competición, también hay una serie de aspectos más prácticos que no lo hacían aconsejable. Eso sí, al no haberlo hecho, como nos crucemos con Italia en una hipotética final en la que pierda España, habrá muchas críticas por no haber pasteleado con Croacia la eliminación de los de Prandelli.

Se me viene a la mente un caso poco recordado de posibilidad de manejar un resultado para evitar un rival que no se hizo y salió mal. Fue en la Champions League 96/97, el Atlético de Madrid ganó en el último partido de la fase de grupos contra el polaco Widzew Lodz y consiguió el primer puesto de su grupo sobre el Borussia Dortmund. Muchas voces clamaron por dejarse empatar para ser segundo, ya que el primero cruzaba contra el Ajax, equipo puntero en Europa en esos momentos que había sufrido un bache en la liguilla que le había relegado a ese segundo puesto, mientras que el segundo se enfrentaba al Auxerre, equipo francés a priori más sencillo como rival, que había dado la sorpresa de quedar primero de su grupo. Finalmente, el Atleti fue a ganar y quedó primero de grupo. Pasó el parón invernal de la Champions League, llegaron con cuartos con el Ajax en mejor momento de juego y los rojiblancos cayerón. Mientras el Borussia Dortmund eliminaba con facilidad al débil Auxerre... y acababa la temporada proclamándose Campeón de Europa, nada menos.

Pero haber entrado en ese juego del biscotto nos habría marcado para todo el torneo. Hubiera sido un estigma para una selección que se caracteriza por jugar limpio e ir de cara. Además ¿y si fuera Croacia quien nos hubiera ganado esa hipotética final? Pues hubiéramos hecho el ridículo absoluto. Mejor sin biscotto.

Del milagro a la rutina en cuatro años

España recibía a Francia con la historia en contra. La estadística decía que nunca se había ganado a los galos en competición oficial, pero esta generación de La Roja no sabe de maldiciones ni de retos imposibles. Ya nos lo demostraron hace cuatro años, en la anterior Eurocopa, cuando se eliminó en cuartos a Italia en penaltis. Aquel día cambió la historia del fútbol español. Nunca pasábamos de cuartos, siempre nos ganaban los equipos grandes, había una serie de equipos históricos que parecían intocables en las grandes citas, que estaban acostumbrados a ganar y no les atenazaba la presión de las alturas, algo que sí le pasaba a España. Pero eso se acabó hace cuatro años.

Demostró Francia lo que ya sabíamos, que el rival a batir y el equipo grande es España, que los rivales ya no se atreven a hacer su juego ni a abrirse al ataque, ya se lo vimos hacer a Croacia, pero sorprende un poco más vérselo hacer a un equipo candidato al título como el francés.

Del Bosque optó por la opción del nueve falso con Fábregas por Torres como única modificación. Blanc opuso un mediocampo para provocar atascos, sin Nasri y con el trivote Mvila, Cabaye y Malouda, no demasiado defensivo, ya que dejó fuera a Aliou Diarra, el más peleón de los que podrían jugar en el centro. Mvila es un medio fuerte pero con capacidad creativa, Cabaye y Malouda (cuyos mejores años pasaron ya y que está aportando en este campeonato poco más que experiencia) buscaban la llegada arriba en segunda línea, pero nada de eso funcionó. La idea del partido del once del gallo era esa, atascar el juego de España adelantando la defensa (más aun al no estar Mexés y al jugar España sin delantero de referencia que empujara a la defensa rival), robar y salir lo más rápido posible, conectar con Benzema y Ribery y que esperaran el apoyo de Malouda y Cabaye ¿que falló? Pues que la premisa primera, la de robar el balón a España, es casi imposible.

La Roja salió a lo de siempre, pero con un aire de manejo absoluto del partido, de confianza total en que todo va a acabar saliendo bien, que nos confirma como equipo grande, de esos que no tienen que hacer nada extraordinario para llevarse los partidos. España tocó y tocó, monopolizó el balón, supo cortar bien cualquier intento de salida de Francia, con el doble pivote funcionando correctamente en el trabajo sucio, y fue cansando al combinado galo, desesperándolos, sacándolos del partido. Se puede volver al reproche de otros partidos, faltó profundidad o llegada de alguien con más instinto, ya que Silva, Iniesta o Xavi no parecen gran opción para colgarles un centro, pero el plan está siendo este, doblegar la resistencia del rival a base de marearle tocando el balón, jugar con paciencia hasta que el rival trata de abrirse y arriesga, entonces, Del Bosque saca los cuchillos. Mención de honor merece la defensa española, buena presión de los que juegan arriba, que impide que los rivales saquen el balón limpio, buen trabajo de Alonso y, sobre todo, Busquets para barrer en la zona ancha y cubrir las subidas de los laterales, y gran desempeño de Piqué  y Sergio Ramos, serios, rápidos y fuertes. Sin errores, que es lo mejor que se le pueden decir a dos centrales. Además, por si todo lo demás falla, Casillas, no hay más que hablar.

A los 19 minutos, Jordi Alba (excepcional su partido de ayer y una de las revelaciones del torneo), superó a Debuchy, que jugó más adelantado de lo habitual con Reveillere por detrás para cubrir las subidas del valencianista, oteó el horizonte con calma y vio llegar a Xabi Alonso al segundo palo, excepcional el tolosarra en su decisión de ocupar ese espacio y preciso a la hora de colocar con la cabeza el balón al contrapié del guardameta Lloris, gol y demostración de su mejor cualidad como futbolista: la perfecta lectura del juego. Ya antes de esta jugada solo España había mostrado algo e incluso se había reclamado un más que posible penalti sobre Fábregas.

El primer tiempo se fue desde entonces en larguísimas posesiones de España, sin encontrar demasiado la profundidad ni asustar en exceso a Lloris pero, sobre todo, sin que los de Blanc llegaran a las inmediaciones de Casillas, que tan solo tuvo que esforzarse al filo del descanso en un lejanísimo lanzamiento de falta de Cabaye que buscó la escuadra, pero que el capitán deshizo con sencillez. Apenas llegaron un par de balones a Benzema y Ribery, pero la defensa estuvo atenta para impedir que generaran peligro real.

El segundo tiempo arrancó diferente, con los mejores minutos de los bleus, que adelantaron la defensa aprovechando el exceso de toque horizontal de los españoles y que ni Silva ni Iniesta encontraban el hueco para desbordar. Los únicos que encontraban el camino eran Arbeloa y, sobre todo, Alba, pero al no haber rematador para sus subidas éstas resultaban estériles. Sin apenas peligro, Francia dio otra sensación, tal vez tan solo fruto de la necesidad, España no llegó a temblar, pero Blanc se decidió en el minuto 64 a cambiar su alineación a una configuración más ofensiva, más habitual en su equipo, con la salida de Nasri y Menez por Malouda y Debuchy. De inmediato Del Bosque contestó metiendo profundidad al equipo español con la salida de Pedro, para quien la situación del partido parecía perfecta, y Torres, que arrastraría a la defensa e impediría que se volcaran sobre campo de ataque.

Aportaron más los cambios del combinado español que los del francés, al no tener la pelota su equipo, Nasri no pudo mostrar ni una pincelada del arte que atesora, mientras que a Menez le vino el partido grande y Jordi Alba se lo comió en los pocos minutos de los que dispuso. Cuando más tarde entró Giroud como delantero alto, tampoco pudo inquietar a Piqué o Ramos. España mientras sí consiguió lo que Del Bosque pretendía, Torres inquieto a Rami y Koscielny aunque estuvo acelerado y poco acertado a la hora de crear ocasiones, mientras, la profundidad de Pedro por la izquierda, que, en compañía de Alba desquiciaron a Revelliere y a Menez (que apenas ayudó a su lateral) provocó algunas llegadas de peligro que terminaron de demostrar la superioridad del equipo español. Pero si en un momento fue clave Pedrito fue al provocar el penalti francés en el último minuto tras una bella jugada de desborde en la que rompió espectacularmente la cintura de Rami. Alonso convirtió el 2 a 0, su segundo gol del día, y celebró a lo grande su partido 100 con la selección.

Un partido sin gran ritmo ni profundidad, pero con un dominio del juego por parte de España escandaloso. La Roja no necesitó más de lo que hizo para llevarnos de forma casi rutinaria a las semifinales de la Eurocopa, a un lugar donde hace cuatro años nos pareció un milagro llegar. Gracias a este maravilloso grupo de jugadores por acostumbrarnos tan mal.

Ahora, el último escollo antes de la final será Portugal. Un equipo peligroso, inferior a España, pero acostumbrado a jugar a aquello que todos le juegan a los campeones del mundo, defender, robar y salir muy rápido. Un equipo muy fuerte atrás y, sobre todo con un argumento ofensivo clave: Cristiano Ronaldo, bien acompañado por Nani. Seguramente necesitará España dar algo más que lo ofrecido hasta ahora para alcanzar la final, pero este equipo es perfectamente capaz de eso.

domingo, 24 de junio de 2012

Europorra: Hagamos más divertida la hora de la verdad

EUROPORRA
Estamos llegando a la hora de la verdad en esta Eurocopa, La Roja ha eliminado a Francia y nos espera el siguiente escollo, la Portugal de Cristiano Ronaldo y compañía. Serán las semifinales, dos pasitos nos quedan para revalidar el título ¿podríamos tener más emoción?

Pues sí, se puede multiplicar la emoción de esta última semana de la Euro. Atentos.

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miércoles, 20 de junio de 2012

A cuartos con la calculadora de Del Bosque

Pasó la fase de grupos para España y empieza lo magro del torneo, las eliminatorias.

España venció, aunque no terminó de convencer con su juego, menos vertiginoso y brillante que contra Irlanda, ante un rival de peso, serio y bien plantado, que obligó a los nuestros a sacar la calculadora.

Antes del partido se habló mucho de la posibilidad de pasteleo o biscotto, como dicen los italianos, es decir, el empate a dos clasificaba a ambos contendientes dejando fuera a Italia, pero la honradez de ambos contendientes no dio lugar en ningún momento a ese planteamiento.

España saltó al campo con el mismo once del encuentro contra Irlanda, pero el rival que había enfrente distaba mucho de ser tan timorato como los británicos. A pesar de que la prevista victoria de Italia dejaba fuera a Croacia en caso de empate a cero, los balcánicos no perdieron la cabeza de salida, se plantaron en el campo conscientes de que España dominaría el ritmo del partido, la posesión y el guión, y que para ellos habría también ocasiones robando y saliendo rápido. Seguramente no le faltara razón al temperamental Slaven Bilic, técnico de los croatas, ya que de haber jugado al ataque, buscando ganar el partido, los huecos  que hubieran dejado en defensa habrían sido castigados por la calidad española.

Así fue pasando el primer tiempo, el planteamiento croata de ahogar el juego español funcionó, aunque no consiguieron poner nerviosos a los que ayer vestían de celeste. España trufó los primeros 45 minutos de alguna ocasión, ninguna demasiado clara, pero el toque de nuestro mediocampo no encontraba la profundidad de los laterales o de Torres, que tenía que abrirse demasiado a banda para poder recibir. Las dos líneas defensivas croatas, muy juntas justo delante de su área, no dejaban oxígeno para que los Iniesta o Silva respiraran entre ellas. Poco antes del descanso marcó Italia, esto dejaba fuera a los de Bilic, que en el segundo tiempo tendría que ir pensando en abrirse un poco más, ya que en el primer tiempo poco más enseñó que la presencia de Mandzukic, que luchó con los defensas españoles, y alguna llegada de Srna.

Tras el descanso, Croacia buscó adelantar líneas, aunque hasta el minuto 20 no realizó cambios ofensivos metiendo a Jelavic y Perisic. Poco antes, la mejor oportunidad de los arlequinados, un buen pase de Modric que el sevillista Rakitic cabeceó en el segunda palo. Pero España tiene de todo, empezando por el mejor portero del mundo, que salvó los muebles en esa acción y controlando por alto los lanzamientos de esquina, que supusieron el mayor peligro de Croacia.

La Roja, ayer celeste, siguió a los suyo. Es lo bueno y lo malo de tener un estilo muy claro de juego, que siempre sabes lo que tienes que hacer, siempre tienes una salida de emergencia a la que aferrarte cuando hay problemas, pero por contra a veces da la impresión de que te falta plan B. Poco después de la gran ocasión de Rakitic, el primer cambio de España: Navas por Torres. Cambio respetable aunque confuso y discutible. Navas es desborde por banda y puede ser centro al área, pero sin nueve con el que conectar parece perder sentido esa opción. Pero el plan, al menos en el momento del cambio, no era buscar el centro y el remate, sino usar a Navas de cebo, de reclamo para la defensa con el que tirar del lateral hacia la banda y obligar al central a ayudar, posibilitando más huecos por el centro. Pero Del Bosque y sus chicos seguían tranquilos, si Croacia no apretaba más ¿para que iba a arriesgar España que estaba clasificada? El hecho de pasar como segunda de grupo es algo que al técnico salmantino no le preocupaba lo más mínimo.


A medida que Bilic iba metiendo delanteros, más tensa se ponía la afición española, pero también más huecos se iban abriendo en la defensa croata. Del Bosque buscó con Cesc la famosa figura del falso nueve, pero sin perder control del balón, más tarde prepararía a Negredo para los últimos minutos, cuando los balcánicos ya habían abandonado casi totalmente la zaga.


Ya con el delantero del Sevilla preparado para salir, Cesc recogió un balón entre las ya deslabazadas líneas defensivas croatas y lo levantó por encima de la defensa buscando el desmarque de Iniesta. El mago de La Mancha la bajó y vio a Navas solo en boca de gol, con su pase superó a Pletikosa y el extremo sevillano se metió con el balón en la portería. Gol que nos ponía primeros de grupo en el minuto 87, incluso de haber recibido el empate seguiríamos como primeros y caería Italia, pero no llegó, España prefirió vivir con la conciencia tranquila que eliminar a un rival peligroso.


Vencimos sin el brillo de otras veces, haciendo lo justo y necesario, con sangre fría y la calculadora en la mano. Pero las grandes competiciones son así, tampoco el Mundial tuvo una primera fase demasiado brillante y al final se ganó. Tal vez no hayamos dado la mejor medida de nosotros mismos, pero estamos en cuartos, esperando a una selección francesa que, seguro, está más preocupada por el cruce que la española. Somos los más goleadores, los menos goleados, los que tienen más balón y los que más tiran. Contra Irlanda hicimos la mayor exhibición de un equipo en esta Eurocopa, seguimos siendo los máximos favoritos y estamos llegando al momento en el que hay que demostrarlo de verdad. Incluso, por si queda alguna duda de que somos los más grandes de Europa, los rivales nos temen... y los árbitros nos miran con cariño como demostró Stark en alguna acción puntual ¿se puede pedir más?

viernes, 15 de junio de 2012

¡Pero que bien juega esta gente!

Tras las pequeñas dudas que despertó el empate contra Italia, La Roja hizo pagar los platos rotos a Irlanda con un vendaval de toque en el medio campo, con una exhibición de control del ritmo del partido y con lo que parecía que más falta nos hacía, con una goleada.

Salía España al campo con el único cambio respecto al primer partido de la entrada de Torres por Cesc, el nueve que dio profundidad al equipo en el segundo tiempo pero falló oportunidades, por el falso nueve que colaboró en el pequeño atasco de España por el centro, pero que sin embargo consiguió el gol del empate. Ironías del fútbol, supongo.

El arranque del partido mostró una selección irlandesa con ganas de ser valiente, de conectar con el admirable veterano Robbie Keane y probar suerte, incluso tuvieron la primera oportunidad del partido encontrando buena respuesta de Casillas. Pero a los cuatro minutos, con España superando la presión verde con toque y paciencia, Silva entró en el área rodeado de defensas, el balón quedó suelto y, cuando parecía en ventaja para la zaga británica, apareció el hambre y la potencia de Torres, barrió el balón suelto, buscó el hueco y largó un zapatazo que superó a Given por alto. Gol del Niño, un problema para sus críticos persistentes, una alegría para la selección. Cuando Del Bosque no convocó a Torres para los últimos amistosos previos a la lista de la Euro, fue el acicate definitivo para ahuyentar los fantasmas que atenazaban al delantero de Fuenlabrada. Ha vuelto del infierno con las ganas de quien acaba de empezar. Incluso se permitió señalarse la oreja en un gesto que sospecho más bien dirigido a sus detractores que a la noble afición irlandesa.

A partir de ahí, el paseo. España le escondió la pelota a Irlanda como solo nuestros centrocampistas saben hacerlo, presionó muy arriba con brío suficiente para desesperar a los rivales y, algo muy importante que se echó de menos en el partida contra Italia, tuvo a los laterales subiendo constantemente, sobre todo Arbeloa, que tras un primer partido muy gris, ayer fue la más grata sorpresa dentro del fenomenal desempeño de La Roja. Los movimientos de un nueve arriba ayudaron a hacer más oportunidades, España llegaba una y otra vez ante un gran Given cada vez más exigido. Eso sí, con la paciencia de nuestros medios, capaces de mantener y mover el balón hasta que aparezca la mejor opción con la finura del pintor que mima el lienzo en cada pincelada. Incluso Xabi Alonso y Busquets parecieron compenetrarse mejor que en otros partidos, no se obstacularizaron, blindaron el paso del balón por sus pies y ayudaron a los defensas a la perfección cuando Irlanda intentaba atacar.

Lo de nuestros queridos bajitos es ya un caso aparte. Xavi, Iniesta y Silva lucieron su fútbol de lujo y le enseñaron al resto de Europa un fútbol que solo se puede ver en España. No es mirarse al ombligo, es que NADIE en el mundo es capaz de acercarse al nivel de estos tres cuando de tocar el balón se trata. La pausa que le dan al juego, ese dominio de los tiempos y los espacios en el campo, les hacen inigualables. En una demostración de pausa increíble llegó el segundo gol de España, solo empezar el segundo tiempo. Silva paró el balón a la altura del punto de penalti y con él se paró el tiempo, creo que hasta la lluvia que cayó sobre Gdansk durante el partido quedó suspendida en el aire unos segundos, los mismos que Silva tuvo la pelota en sus pies quitándose defensas de delante casi como por telequinesia, a base de amagos neutros, sin florituras. Cuando por fin se abrió el hueco, pase suave del canario a la red, nada de balonazos. Será uno de los mejores goles del Torneo, sin duda.

Con el resultado mucho más asegurado, España siguió combinando como antes, pero ahora con más huecos  ya que Eire tuvo que adelantar sus líneas. Tras varias ocasiones perdidas, en el minuto 70 entre Iniesta y Silva roban un balón en medio campo que el canario manda en profundidad para Torres. El delantero aguanta la carrera con los defensas y bate a Given por el palo corto. Doblete que completa la resurrección del delantero del Chelsea.

De ahí al final, alguna llegada tímida irlandesa, donde lo más destacable fueron los cánticos de sus aficionados a pesar de la derrota, y más oportunidades para España, ya con el ritmo más pausado pero la misma calidad. Minutos para Javi Martínez, Cazorla y Cesc, que entró por Torres y anotó su segundo gol del Campeonato al mandar un trallazo impresionante cruzado casi sin ángulo que pegó en el palo y entró. Después demostró su enfado por su condición de suplente con un gesto de rabia en la celebración.

Noche redonda para La Roja, fin de los debates de esta semana (aunque muchos justificarán que Irlanda era un rival inferior o que Torres ha marcado dos goles en un partido pero tiene que demostrar más continuidad) y esperanzas intactas. Puñetazo en la mesa de los campeones que demostraron seguir siendo el rival a batir de esta Eurocopa, con un nivel de juego superior al resto y, sobre todo, con un estilo marcado y inimitable por ningún otro equipo. En fin, para disfrutar.

jueves, 14 de junio de 2012

El sospechoso habitual y las hachas que esperan cuello

Nunca fui un gran defensor de Vicente del Bosque como estratega del fútbol, me parece un poco lento de reflejos, sencillo en sus planteamientos y nada innovador. Eso sí, el entrenador no solo necesita tener esa faceta de estratega, y en el resto de ámbitos, como el trato con el jugador, el manejo de vestuarios o la relación con el entorno, este hombre se merece un 10.

Hasta ahora me molestaba un poco ese halo de inviolabilidad alrededor del seleccionador nacional, todos le agradecemos su responsabilidad indudable en el título de Campeones del Mundo que tan felices nos hizo, pero hay soluciones tácticas y técnicas que son, al menos, opinables. También lo han sido los resultados de algunos amistosos, donde hemos sido vapuleados por selecciones de nuestro nivel. No obstante, desde muchos medios de comunicación ensalzaban su figura a niveles casi celestiales. La magna obra que es esta selección tiene un padre: Luis Aragonés. Del Bosque, desde su bendito sentido común, trató de mantener (con aportaciones más o menos acertadas de su cosecha) la línea de Luis. Incluso le reconoció parte del trabajo en la entrega del Premio Principe de Asturias a La Roja (por cierto, hasta el mote de nuestra selección se le debe a Aragonés).

De las aportaciones de Vicente del Bosque, no me gusta el doble pivote, que hace que tres grandes jugadores como Xabi Alonso, Sergio Busquets y Xavi Hernández se coman el espacio y las funciones unos a otros, jueguen incómodos y, además, evitan que en la alineación pueda haber otro bajito más cerca del área. Tampoco me gusta esa propensión a quitar a Silva, que parece que tiene que demostrar más que nadie para no perder el sitio. Ni la obsesión por usar extremos, que a veces son muy necesarios pero en otras ocasiones quitan el puesto a lo mejor que tenemos, los medios de toque.

Dentro de las decisiones discutibles puede estar el planteamiento del partido contra Italia, sin delantero centro. Más discutible aun cuando en la convocatoria llevó a tres nueves. Lo que no me parece justo es que gente que estuvo callada cuando los vientos soplaban a favor, aprovechen una decisión táctica que, más allá de su éxito en la práctica, tiene un desarrollo teórico lógico ante el dibujo italiano con tres centrales, para poner el hacha en el cuello del seleccionador. Tengo la impresión de que son hachas que esperaban este cuello desde hace tiempo y no veían la oportunidad de salir a relucir.

Más allá de la crítica, siempre legítima, ya que el fútbol es un maravilloso motivo de debate, atacar con denuedo a una persona como Del Bosque, que siempre ha demostrado sentido común, buena fe y respeto por los demás, me parece de bajo nivel. No fue un mal planteamiento, aunque no funcionó, en mi opinión el mayor error fue no cambiar antes para meter en el campo un delantero centro y alguien que abriera a las bandas. Nada más. Además, el resultado fue un empate con Italia, que no es ninguna perita en dulce.

Por otro lado, la crítica se ha centrado en Fernando Torres, el sospechoso habitual de La Roja. El Niño siempre fue un jugador desesperado y desesperante. Recuperado anímicamente tras dos años muy flojos es un jugador potente, vertical y valiente como nadie. Es un delantero que cae a las bandas, se mueve entre los centrales, les descoloca, pelea cada balón ya sea por raso o de cabeza, es fuerte, alto y rápido, se come el campo con la desesperación del juvenil que busca la gloria. Pero al mismo tiempo, esa potencia, verticalidad y prisa por hacer las cosas, hace que le falte pausa de cara al gol, esa calma de los grandes delanteros que, de haberla tenido, le habría convertido en un jugador histórico.

Torres es una bendición para sus compañeros. Durante años ha sido, gracias a su movilidad, el socio perfecto de Villa, que se aprovechaba de los huecos abiertos por el delantero madrileño para hincharse a marcar con La Roja. Marcó el gol de la final de la Eurocopa de 2008 en una jugada que fue un compendio de sus características: un buen movimiento que facilitó el gran pase de Xavi, un mal primer toque que posibilitó a Lahm adelantársele y un pundonor irrefrenable que hizo que le quitara la cartera al alemán y pudiera batir a Lehmann. Contra Italia jugó 20 minutos, facilitó la verticalidad del equipo, que había estado algo espesillo al encarar la línea defensiva transalpina, y se fabricó hasta tres oportunidades que no acertó a concretar. La crítica se ha centrado en que no acertó con esas ocasiones, mano a mano con Buffon no supo decidir bien, se aturulló como le ha pasado en otras ocasiones y no han faltado las voces que le han recordado su historial de oportunidades perdidas. Muchos otros jugadores hubieran acertado alguna de esas oportunidades, pero ¿las hubieran sabido generar? Siendo justos, cabe hacerse también esa pregunta.

Su escaso porcentaje de acierto esconde su capacidad para crear ocasiones. Eso le hace ser habitualmente vilipendiado y le convierte en blanco de constantes juicios por parte de los aficionados, más duros con sus fallos que con los de cualquier otro jugador. Tampoco le ayuda a la hora de ser criticado su corazón colchonero al no gozar del favor de ninguno de los dos lobbys de presión del fútbol español: madridistas y barcelonistas. Por suerte para él, y como escribí en una entrada anterior de este blog, ha visitado el infierno y ha vuelto, por lo que está curado de espantos y con más ganas que nunca de volver al más alto nivel.

Veremos que esquema utiliza España contra Irlanda. Personalmente, creo que España debería probar a Juanfran en el lateral en lugar de Arbeloa, el madridista no parece muy fino y apenas aporta profundidad por banda. Si Arbeloa mantiene el puesto, debería aparecer Navas para abrir el campo por la derecha, si bien con Juanfran ese puesto podría ser para un medio combinativo más. También sacaría a Busquets de la alineación titular para refrescar ese pivote con más espacios para que se muevan por allí Xavi (o Cesc si el de Terrassa descansa) y Alonso. Arriba, seguiría contando con El Niño, por detrás de él, Cesc o Silva si el exjugador del Arsenal cubriera el puesto de Xavi Hernández, y los hombres abiertos de la línea de cuatro por delante de Xabi Alonso serían el impresionante Iniesta (que no nos falte nunca) y Silva o Cazorla, en función de la decisión que se tome con Xavi.

Esto no es nada más que mi opinión, tan discutible como la de cualquiera, seguramente más discutible que la de Del Bosque, que al fin y al cabo es quien tiene la responsabilidad y más información que nadie de como están los jugadores. Alentemos la crítica, constructiva, mesurada y justa, pero no olvidemos que si España sigue avanzando en el torneo, a la hora de subirse al carro de la celebración cada uno será esclavo de sus palabras, y nunca es bueno caer en la incoherencia.

miércoles, 13 de junio de 2012

El último baile de Pep

Acababa el verano de 2008 y la España futbolística aun vibraba con los ecos de su selección campeona de Europa cuando ya comenzaba una nueva Liga. Al frente de un Barça en reconstrucción, convulso tras ceder el año anterior contra el Real Madrid con pasillo de honor al campeón en el Bernabéu incluido, aparecía un joven mito blaugrana: Pep Guardiola. Nadie imaginaba entonces que su nivel demostrado como jugador iba a quedar amplísimamente superado por su carrera como entrenador.

No le tembló el pulso en verano a la hora de deshacerse de dos grandes estrellas como Deco y Ronaldinho, que se habían desconectado del fútbol y habían arrastrado al resto del equipo con ellos. Tampoco al poner en la picota a Eto'o, quien finalmente aguantó en el equipo y fue pieza clave, pero cuyo carácter nunca convenció al míster de Santpedor. La Liga empezó con dudas para el barcelonismo, perdieron en el campo del Numancia y empataron en casa frente al Racing. Resultados engañosos en partidos donde el Barça dominó claramente pero no encontró el gol. El punto de inflexión estuvo en El Molinón, donde los culés arrollaron al Sporting con la primera de la larguísima serie de goleadas de la era Guardiola.

A partir de ahí, una temporada haciendo un fútbol que sorprendió al mundo entero, apabullante, capaz de monopolizar el balón a base de triangulaciones constantes, el estilo de toque del Barça de Cruyff, el que exportó de su Holanda natal, perfeccionado y llevado al extremo. Pero no solo eso, el mejor Barcelona de Guardiola es un 4-3-3 donde se dominaban los espacios con y sin balón, con las lineas juntas tanto para atacar como para defender. Tan importante como las rápidas combinaciones de pases eran las arrancadas de Messi o Alves, la premisa era encerrar al contrario y buscar la mejor opción, siempre con el balón en su poder. Pero si algo ha sido fundamental en la exitosa fórmula culé es la capacidad para presionar tras perder el balón. Cuando algún rival robaba, los jugadores del Barça no reculaban a posiciones defensivas, mantenían el sitio y apretaban para evitar la salida del rival. Muchos goles han venido de recuperaciones de balón presionando la salida del rival... y muchos más se han evitado.

Todo ello ha desesperado a los más brillantes rivales, sobre todo al Real Madrid, a quien costó mucho dinero y un par de dolorosas goleadas quitarse el complejo, pero también al Manchester United, a quien derrotó claramente en dos finales de Champions que fueron dos clases magistrales de fútbol bello y útil. Estos años de dominio del Barça han sido la demostración palmaria de que no existe esa dualidad entre fútbol ofensivo y con intención estética contra un fútbol ganador, sino que por el camino de la estética también se logran victorias. En el caso de Guardiola, el bagaje de títulos es incontestable. En cuatro temporadas han sido tres Ligas, dos Copas del Rey, tres Supercopas de España, dos Champions, dos Supercopas de Europa y dos Mundiales de Clubes. Acabó como empezó, ganando una final de Copa al Athletic.

Fue el último baile, esos jugadores a los que Guardiola agradeció estos años en la rueda de prensa de despedida le regalaron un arranque de partido primoroso en el que los catalanes pasaron el rodillo sobre los vascos. La final duró media hora. Fue el cierre a la última temporada de Guardiola, aquella en la que se dejó todas las fuerzas que le restaban y tras la que decidió descansar. No creo que lo dejara por no ganar la Liga o la Champions, o por verse superado por el Real Madrid, más bien pienso que es al revés, que si el equipo no rindió como otros años fue por esa saturación de un técnico que vive el juego con una intensidad supina. También en esa saturación debe tener que ver la tensión creada por el personaje de Mourinho en la relación entre Barça y Real Madrid. Y tras la era Guardiola, la incógnita de la versión 2.0 de la mano del que fue su segundo entrenador, Tito Vilanova. Por lo que dicen quienes han vivido de cerca el trabajo de ambos, Tito siempre tuvo un peso en las decisiones mayor que el de un segundo entrenador al uso, por lo que el continuismo debe ser casi absoluto. Veremos. Como también veremos el funcionamiento de Guardiola en otro equipo sin el ADN Barça, algo que me hace incluso dudar de que volverá a entrenar.

Los aficionados al fútbol hemos gozado de cuatro temporadas de un fútbol irrepetible a cargo de un gran grupo de jugadores comandados por un apasionado de su idea futbolística, estéticamente grandiosa e incontestable desde el punto de vista de los resultados. Una idea futbolística propia de la casa ejecutada con jugadores criados desde niños en esa idea a los que el entrenador a dado prevalencia sobre fichajes externos. Pep Guardiola ha hecho historia, ha reforzado el sello futbolístico de la Masía elevándolo a los altares del fútbol mundial. Un sello que no solo se consagra en el Barcelona, sino que ha calado como seña de identidad de la España campeona del mundo. Por todo ello, GRACIAS PEP.