sábado, 20 de octubre de 2012

¿QUÉ FUE DEL PUPAS?

Allá por 1974 el Atlético de Madrid perdió la final de la Copa de Europa, en una de las resoluciones más crueles de la historia de la competición. En el último minuto de la prórroga el central Schwarzenbeck cruzó la divisoria y largo un pelotazo que cogió despistado a Miguel Reina colándose en su portería. Del que pudo ser el momento más glorioso de la historia del Atleti y de boca del Presidente Vicente Calderón, surgió el terrible mito del “Pupas”, que tanto daño le ha hecho al club.

A lo largo de los años, con la justificación de ser el “Pupas” muchos jugadores, entrenadores, directivos y demás se han escondido y no han asumido sus responsabilidades. Bajo ese paraguas incluso muchos aficionados han justificado actitudes y resultados que en otros clubes con la trayectoria de los rojiblancos serían injustificables. La realidad del Atlético de Madrid ha estado marcada durante muchos años por ese mito, un estigma aparentemente ineludible que ha pesado como una losa en el ánimo colchonero. Que te marcas un gol en propia puerta, el “Pupas”. Que un fichaje sale “rana”, el “Pupas”. Que tu Presidente tiene problemas con la justicia que salpican al club, más “Pupas”. Que te vas a Segunda División y no consigues subir por diferencia de goles, “Pupas” en el infierno. En fin, era la excusa perfecta para resolver cualquier problema. Pero ese tiempo ya pasó.

El lento descenso, solo frenado por el mítico “doblete”, en el estatus del Atlético de Madrid desde esa maldición del “Pupas” hasta caer a Segunda División, donde se tocó fondo, parece haber quedado atrás con los últimos éxitos europeos vividos desde 2010. Pero sobre todo por la renovación del espíritu basada en una cantera muy fuerte en las categorías inferiores, que vuelve a sentirse grande (aunque luego tengan que ser vendidos como Torres, De Gea o Domínguez) o el fichaje de grandes jugadores acostumbrados a ser importantes en sus equipos (aunque luego salgan a equipos más importantes, como Forlán, Agüero, Diego o la que se prevé de Falcao).

Pero si en alguien se puede personalizar el nuevo sentimiento “antipupas” que se está asentando en el club es en el “Cholo” Simeone. Figura mítica del año del “doblete”, encarna la garra y la entrega como nadie. Si el Atleti antes de llegar él ya había conseguido una Europa League y una Supercopa de Europa con Quique Flores al mando, éste declaró que eso no volvería a ocurrirle al club hasta dentro de muchos años. Se equivocó, tan solo dos años después se repitió la hazaña y además con mayor brillantez si cabe, con mayor soltura y menos nervios.

Porque cualquier atlético que se precie podrá decir que no recordaba una sensación de grandeza tal como la que le produjo la superioridad mostrada en la final de la Europa League ante el Athletic de Bilbao. Ese efecto duró hasta la Supercopa, cuando se vapuleó al Chelsea. Antes de ese partido, en los corazones rojiblancos mandaba la seguridad de que se podía ganar sobre el habitual miedo a caer derrotado, complejo
arrastrado de la denominación del “Pupas” y de la final del 74. El empuje continúa con este gran arranque de Liga.

Ha sido Simeone quien ha derrotado ese complejo, con un grupo de jugadores altamente comprometidos de su mano. Porque el “Cholo” sabe que el “Pupas” ha muerto, y que cuanto menos se le recuerde, mejor. Tan solo queda por derrotar un complejo: ganarle al Real Madrid tras más de 13 años de espera. A por ellos “Cholo”.

viernes, 5 de octubre de 2012

El fútbol idílico

Más allá de la fundamental defensa del Fair Play, más allá incluso de la deseable buena convivencia de un vestuario, en los mentideros del fútbol se ha instalado la sensación de que un equipo de fútbol es un escenario idílico donde si todos los compañeros no son íntimos amigos que se juntan a tomar cervezas los días libres es porque estamos ante una situación patológica y preocupante. Es decir, que en una plantilla de un equipo de fútbol no puede ocurrir lo que sí sucede en la práctica totalidad de los trabajos.

De un tiempo a esta parte y alentado por la creciente tendencia sensacionalista (entiéndase como definición de una tendencia y no como un insulto) con la que muchos medios prorrumpen en la rivalidad entre Real Madrid y F.C. Barcelona, se están aireando desencuentros, discusiones y disputas supuestamente gravísimas. Últimamente la palma se la llevan la mala relación entre Ramos y Mourinho que se intuye como causa de la suplencia del central en Champions contra el City, y la bronca que Messi le endosó a Villa por un mal pase. Pero no es lo único que se echan en cara unos y otros: la hierática postura de Casillas en la celebración de los goles de su equipo, la falta de comunicación de Guardiola con sus jugadores, los clanes del vestuario del Real Madrid, las suplencias de Piqué la temporada pasada, la ruptura entre Cristiano Ronaldo y Marcelo por no decir el brasileño que el portugués merece el Balón de Oro, las marchas de los delanteros del Barça por supuesta petición de Messi, la camiseta de Özil que llevaba Ramos bajo la suya, en fin, un largo etcétera de reproches mutuos vía Puente Aéreo, un interminable e infantil y-tu-más.

Por supuesto que en los vestuarios de los equipos hay problemas y que algunos de los citados serán completamente ciertos y casi todos tendrán bases reales aunque luego sean exagerados. Es cierto incluso que algunos de estos conflictos influyen en el desarrollo del juego de un equipo. Es difícil discutir que en el Real Madrid no se respira buen rollo o que en el Barça lo que diga Messi va a misa, pero esas cosas siempre han existido en los equipos de fútbol por la sencilla razón de que existen en todos los grupos humanos que puedan darse en la sociedad, desde la empresa a la familia.

En Italia, la Lazio de Chinaglia a mediados de los años 70 tenía jugadores tan enfrentados entre sí que incluso algunos portaban pistola en el vestuario, o sin ir más lejos Robben apareció la temporada pasada con un ojo morado tras una discusión con Ribery. Incluso entre Barça y Real Madrid tras la altísima tensión de los cuatro duelos seguidos de hace un par de temporadas unieron fuerzas en la selección en una tangana jugando contra Chile.

Quiere todo esto decir que en los equipos de fútbol, como en cualquier otro grupo social, hay tensiones y desencuentros, pero que todo ello no es trascendente si en el campo todos buscan el objetivo común. Muchos equipos ganadores han triunfado sin buen ambiente en sus filas, que es un factor conveniente, pero nunca imprescindible. Sobre todo no es el fin del mundo, como algunos medios quieren hacer pensar.