lunes, 9 de julio de 2012

Atleti: El momento del salto y la transparencia

Arrancó el Atlético de Madrid con la presentación de las caras nuevas: Emre, Cata Díaz y Cebolla Rodríguez. Además, Caminero declaró que si todo va bien solo habrá como mucho un fichaje más, en lo que parece una referencia al intento de recuperar a Diego, que jugó cedido por el Wolfsburgo la pasada temporada. Aunque a los aficionados siempre les ilusione más oir hablar de nombres y futuros fichajes durante todo el verano, que tan pronto parezca que la plantilla colchonera esté definida casi al 100% es una extraordinaria noticia para este club, siempre acostumbrado a los vaivenes y la inestabilidad, a tener cada año casi medio equipo nuevo. Solo le faltaría aprobar una asignatura importante para asentar un equipo verdaderamente fuerte: la transparencia.

Si cualquier club en España es opaco en su gestión e intenciones y genera más rumores que noticias, más acentuada es esta situación en el Atleti. Como ejemplo, el verano anterior, cuando se dejó caer que el equipo iba a usar lo ganado en la venta de grandes jugadores para atenuar la deuda y a tirar de la cantera para completar los puestos disponibles en la plantilla, pero al final fue uno de los clubes que más gastaron en fichajes de la Liga (algunos tan extravagantes como Pizzi o Micael). Esa supuesta apuesta por la cantera que, por cierto, ha quedado definitivamente pospuesta este año con la venta de Domínguez para hacer caja.

Otro de los males endémicos de este club es la llamada bicefalia, entre Gil Marín y Cerezo no hay demasiado feeling y eso acaba significando que cada uno trate de meter la cuchara en los asuntos que conciernen al club a su manera, que cada uno vaya filtrando la información según le conviene o trate de ganar poder a su manera. En definitiva, no hay una voz clara que muestre el camino que va a seguir el Atlético porque no hay un camino, sino dos.

Simeone merece cierta libertad para diseñar el próximo año a su gusto, es un voto de confianza que le debe la afición, por la estabilidad que le dio al juego del equipo y al vestuario el pasado año, pero que sobre todo le deben desde el palco, por haber apaciguado a la afición rojiblanca, francamente harta de la gestión de sus dirigentes hasta el Cholo cogió el control. No es fe ciega, pero sí confianza ante alguien que ha demostrado saber hacer un buen trabajo. Aunque la venta de Domínguez haya resultado polémica, lo cierto es que para el entrenador no contaba demasiado y, a pesar de su juventud y el progreso que le queda por delante tal vez era más lógico hacer caja por él en lugar de tenerle en el banquillo.

Eso sí, en el Atlético nadie sabe con seguridad si necesita hacerse caja, si la situación económica está estabilizada, si lo que se ingrese será para deudas o para reforzar el equipo... no se sabe casi nada, solo se intuye. Y desde luego lo que se intuye son problemas. Con el título de la Europa League aun paseando por Neptuno ya solo se hablaba de que o se conseguía entrar en Champions o habría que desprenderse de Falcao, de quien, por cierto, nadie sabe muy bien si ya está pagado o no, si el 100% de su propiedad es del club o hay alguna sociedad intermedia, etc. A día de hoy la prioridad parece no venderle, quien sabe lo que pasará mañana. De igual manera, al acabar la temporada Diego parecía completamente perdido, incluso el fichaje de Emre sonaba a intento de sustituirle, pero ahora suena como ese último fichaje que apuntaba Caminero hace días. Otros nombres han sonado durante el verano como posibles salidas importantes (Adrián o Juanfran), son casos que deben resolverse pronto para no interferir en la calidad de la pretemporada.

Este Atlético de Madrid, actual campeón de la Europa League y quinto de la Liga, a un suspiro de entrar en Champions, está en un momento crucial, si aguanta a sus estrellas, aunque limite las incorporaciones y confía en las opiniones de Simeone podrá dar ese salto de calidad que le permita estabilizarse como equipo fiable y con una base fuerte. Para ser grande de verdad debería aclarar también sus vaivenes en los despachos, pero eso ya parece un mal fijado en los genes colchoneros.

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