Hace poco, en otra entrada de este blog, detallábamos la forma en que Mourinho había conseguido neutralizar
el juego del Barça. Curiosamente, tras la vuelta de la eliminatoria de Copa en
la que el Real Madrid eliminó a los catalanes llegaba el enfrentamiento de
Liga, sorprendentemente, nada cambió en la forma de jugar del equipo de Tito y
Roura. Después han venido derrotas como las de Milan o Bayern sin que esto haya
hecho variar el dibujo ni apenas la alineación, a pesar de constatarse que el
F.C. Barcelona que en tantas ocasiones ha sido capaz de maravillar con su
fútbol combinativo estaba viendo como al enfrentarse con equipos de fuerte
físico, velocidad y calidad arriba no era capaz de imponerse.
No creo que el Barça deba
revolucionarse ni cambiar al equipo de punta a cabo, ni mucho menos
desnaturalizarse, pero es que la obra de Guardiola no fue algo inmutable en su
disposición en el campo. A lo largo de los cuatro años del antiguo mediocentro
barcelonista en el banquillo varió detalles en función del momento de forma o
del rival, sin por ello modificar sustancialmente la filosofía ni las bases
principales de su proyecto futbolístico: posesión del balón, movimiento del
mismo, superioridad en el centro del campo y masticar la creación de la jugada
sin mayor prisa.
El agotamiento de Guardiola al
frente del F.C. Barcelona seguramente coincidió con el fin de esas pequeñas
variaciones tácticas o de alineación, que a su vez se combinó con el año más
flojo de los blaugranas a su cargo. Empezaron a hacerse rutinarias las
soluciones, como la defensa de tres o la posición centrada de Messi (dejo enlace al vídeo de una charla en Argentina donde explica los motivos por los
que realizó esas variaciones) y eso fue facilitando las respuestas de sus
rivales. Pero durante esos cuatro años fueron muchas otras las pequeñas
modificaciones (Alves incluido en el centro del campo, delanteros centros más
clásicos como Eto’o o Ibrahimovic, buscar variantes con la posición de Keita,
etc).
Este año de Tito y Roura da la
impresión de que tuvieran un cierto reparo a buscar variantes a aquello que Pep
Guardiola hizo y se están ciñendo habitualmente a la versión más reconocible
del Barça de toque, posesión y superioridad en el centro del campo, buscando
apenas en alguna ocasión abrir el juego en bandas con Tello o modificar con la
inclusión o exclusión de Fábregas en el equipo.
Pero a la hora de la verdad, las
soluciones son tan parecidas desde hace ya tantos años que empieza a ser
difícil sorprender a pesar de la calidad de los jugadores puestos en liza. Ahí
entra en debate la necesidad de un plan B. Soy de la opinión de que la
presencia de un delantero alto, fajador y rematador que sepa bajar y aguantar
el balón, con cierto criterio para descargar sobre los compañeros (el mejor
ejemplo podría ser Fernando Llorente) no sería ninguna traición a la filosofía
de base del equipo y supondría una variación sustancial, un dolor de cabeza
para rivales que piensen que tienen a los culés
suficientemente conocidos y controlados. Sería un as bajo la manga para
cuando el rival no deje que la circulación de balón funcione con la velocidad y
profundidad deseada.
No parece que la solución vaya
por la idea de encontrar una alternativa más directa. Se habla largamente de traer
a Neymar, que podría dar velocidad y desborde, y seguramente por ese camino el
ataque barcelonista también encuentre otra opción.
Otros factores, además del
táctico, deberían ser tenidos en cuenta. Es cierto que el año no ha sido
sencillo. En una plantilla en cuya confección la defensa se deja como punto débil, los dioses del fútbol quieren que sea en esa línea donde más
bajas se acumulen. Tampoco ha sido fácil superar el problema que ha supuesto la
enfermedad de Tito Vilanova, con el jefe lejos pero supervisando todos los
movimientos Roura no ha tenido la libertad de decisión absoluta, afectando esa
situación de stand by a la
organización de la plantilla, a la gestión del reparto de minutos, etc.
Un factor nada desdeñable es el
paso del tiempo, jugadores fundamentales estos años, como Puyol o Xavi, están
decayendo. Y no es que el problema sea reservarles para que jueguen pocos
partidos al año, sino que cada vez tienen menos peso en los encuentros que
juegan. Habiendo sido ambos de los mejores jugadores que he tenido oportunidad
de ver en sus puestos, es normal que aparezca resistencia a la hora de irles
buscando sustitutos, pero empieza a ser una prioridad para este F.C. Barcelona
que cada vez vayan siendo menos necesarios para el desarrollo del juego.
Existen posibles sustitutos, tal vez no de la calidad de los dos capitanes, que
son jugadores irrepetibles, pero de buen nivel y que podrían ir adaptándose a
la idiosincrasia blaugrana. Tales como Verratti o Gündogan para el mediocentro,
o Hummels para la defensa. También en la cantera hay opciones, Sergi Roberto
es un gran centrocampista y Bartra es muy bien defensor (a pesar de las pocas
oportunidades que le han dado este año).
Poco a poco, el Barça debe
adaptarse a su nueva realidad, no debe exprimirse el equipo que lo ganó todo,
ni siquiera el concepto de juego. Lo inteligente y lo brillante es acomodarse a
lo que los tiempos vayan exigiendo, con una filosofía de base que les indique
el camino a seguir, que es el gran patrimonio de este club, pero sin descartar
modificaciones que impidan al concepto de su fútbol quedar obsoleto. Queda la
duda de saber si el equipo actual, tanto técnico como directivo, podrán liderar
ese cambio. El fútbol es darwinista, o evolucionas o desapareces.
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