lunes, 9 de enero de 2012

El Villarreal, a reinventar un milagro

Villarreal, esa pequeña localidad castellonense, empezó a vibrar con el fútbol hace unos años, cuando su club se asentó en la Primera División y empezó a codearse con la clase alta de la Liga. Fueron años felices, culminación de una buena gestión, que convirtieron a un equipo "ascensor" en un equipo grande.

Tuvo su mejor momento a las órdenes de Pellegrini, cuando cayó en semifinales de la Champions tuteando al Arsenal. En aquellos años, pasaron por sus filas jugadores de clase mundial como Pirés, Forlán y, sobre todo, Riquelme. El crack argentino siempre será recordado en Castellón por aquel penalti fallado que privó al Villarreal de jugar la final de la Champions, pero también por su genialidad con el balón en los pies. Fue el máximo exponente del fútbol de alta escuela que este equipo ha defendido.

Pero salió del equipo de forma extraña, con una fea historia de desacuerdos con el entrenador, y también se fue Pellegrini, reclutado por Valdano para guiar al nuevo Madrid galáctico de Florentino Pérez. Esto obligó al Villarreal a reconstruirse y, tras el efímero paso de Valverde por el banquillo, las riendas recayeron en Garrido, un hombre de la casa que pronto demostró carácter y gusto futbolístico suficiente para mantener arriba al Villarreal.

Pero la presente temporada está siendo muy dura para el "Submarino". Tras un verano en el que notó la crisis económica, como lo demuestra el hecho de tener que deshacerse de Cazorla, una de sus estrellas, que puso rumbo al Málaga por una cantidad muy inferior a la oferta que desestimaron del Real Madrid un par de años antes. Con mala suerte en cuanto a lesiones, sobre todo con su mejor jugador, Rossi, un crack que se va a perder casi toda la temporada. Además, algunos buenos jugadores no han tenido suficiente empuje para tirar del equipo, gente como Nilmar o Cani son brillantes jugadores, pero demasiado intermitentes. En otros casos, como Marchena o Gonzalo, no están precisamente en su mejor momento, y jóvenes canteranos, como Ruben, Mussachio u Oriol no están dando la talla que se esperaba de ellos arrastrados por el tono general del equipo.

Dado este panorama y aderezado todo por un sorteo cruel de Champions, Garrido se fue quedando sin fuelle ni ideas. La eliminación en Copa ante el Mirandés precipitó los acontecimientos y se produjo el ascenso al primer equipo del entrenador del filial, el que fuera portero internacional del Albacete, Atlético, Deportivo o Levante José Francisco Molina.

Su misión, reflotar el submarino, evitar tener problemas para mantenerse en Primera y recuperar la moral e ilusión del club para volver a pelear por los puestos de privilegio.

El fútbol le debe una a este Villarreal, tras varios años de jueg brillante no ha logrado ningún título y ni tan siquiera jugado una final. Este es un club gestionado con cabeza, que no gasta más de lo que puede y que incluso se ha mostrado beligerante con aquellos que sí lo hacen, por lo que no intentarán salir de la crisis derrochando. Además, Molina y el Villarreal tienen dos cosas muy importantes a su favor que otros grandes en problemas, como por ejemplo el Dépor, no tienen: una buena cantera (son el único equipo aparte del Barça con el filial en Segunda) y una filosofía futbolística clara, marcada y reconocible. Con esas señas de identidad y un poco de suerte, el Villarreal reinventará su milagro.

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