lunes, 14 de mayo de 2012

Pierna fuerte, brazos flojos

El último derby en el Manzanares han sido dos partidos en uno. El primer partido duró una hora, más o menos, con un Real Madrid poco fluido, tratando de cruzar balones a Cristiano, con Kaká dimitiendo de crear fútbol en la medular, Di María algo falto de chispa y Benzema en uno de esos días de desconexión que recuerdan a su primer año en la capital. Por su parte, el Atlético de Madrid salió con confianza, dispuesto a luchar, compacto, sabiendo que su oportunidad estaba en amortizar las pocas llegadas que le permitiera su rival y, sobre todo, en correr más que él y mantener la concentración a tope para no cometer errores.

Pero hasta una versión algo light del Real Madrid tiene clase para aprovechar cualquier rendija que deje abierta el rival. No creo que en la historia del fútbol se haya juntado un grupo de jugadores tan poderoso físicamente como el conjunto que tiene Mourinho, uno a uno son más rápidos, altos, fuertes y resistentes que cualquier rival. Son como una apisonadora, si no estás atento te pasa por encima, vaya a 50 km/hora o vaya a 20. Pero durante esa primera hora de partido, el Atleti aguantó el ritmo e incluso dominó amplias rachas del mismo, alcanzando un empate que en ese momento fue merecido.

Pero tras el gol de Falcao acabó el primer partido de la noche y empezó otro bien distinto. Llegó el momento del Real Madrid que adelanta líneas, encierra al rival en su área y le agujerea las líneas con la movilidad de sus atacantes y las llegadas de sus medios. Y también llegó el momento en el que los locales, fruto del cansancio y de la sensación de misión cumplida que les sobrevino tras el empate, se acomodaron 20 metros más atrás. Se unieron el empuje necesitado de los merengues (abocados a jugarse la Liga en el Camp Nou de no haber ganado ayer) con el conformismo agotado colchonero (los brazos flojos del título) y el partido se convirtió en un asedio de los blancos. No es algo nuevo, muchos equipos han aguantado esta temporada a Real Madrid o F.C. Barcelona durante algún tiempo jugando de tu a tu, hasta que llega el cansancio y es la clase individual o la profundidad de banquillo (es decir, aquello que se logra con dinero) lo que decide un partido.

En mitad del asedio, llegó el segundo gol visitante. Un Atlético por detrás en el marcador, sin resuello ni recambios de garantías, trató de volver a acercarse a Casillas. Cuando parecía ir llegando, a Godín se le cruzó el cable y cometió un penalti absurdo. Ahí terminó de morir el partido. El cuarto de Callejón, a la contra, llegó cuando ya no había disputa.

Eso sí, más allá de todo lo contado hasta ahora, está Cristiano Ronaldo (efectivamente, la pierna fuerte del título). Ayer estaba decidido a tener su día, encaró desde el primer minuto, pidió la pelota en todo momento, se echó al equipo a la espalda ofensivamente y, sobre todo, sacó a pasear el cañón. No es que sea raro verle con esta brillantez, pero no por ello deja de ser destacable. Con 40 goles, lleva más que 12 equipos de Primera.

Ayer se encontró con un Courtois que mostró cierta bisoñez en el primer gol, regalando completamente su palo en la falta, escondiéndose tras la barrera previendo un tiro por encima de esta y dejando a merced del portugués su lado preferido para las faltas: el del portero. La potencia del disparo hizo el resto, aunque si el guardameta rojiblanco se hubiera quedado en su lado seguramente habría sacado un balón que no entró demasiado ajustado a los palos. Personalmente, no veo a Cristiano como un buen tirador de faltas, aunque suene raro decirlo después de lo de ayer. Sí es el jugador con más pegada del mundo, y eso lo aprovecha en las faltas para buscar el palo del portero con disparos fuertes y efectos inestables. Si además, como Courtois, el portero da un pasito hacia el  lado de la barrera, le deja retratado.

El titán portugués se alimenta de goles, así que tras acertar ayer con la portería se sintió con fuerzas renovadas para seguir intentando martillear las esperanzas colchoneras, y cuando su equipo más le necesitó, tras el empate local, allí estuvo. Entonces sí que llegó el auténtico golazo de la noche, especialidad de la casa, largó un chutazo desde fuera del área escorado a banda izquierda casi imparable. Por cierto, paralelismos curiosos del fútbol, desde casi el mismo punto exacto desde donde Messi marcó otro gran gol con el que el Barça venció en el Calderón. Después del plato fuerte, completó el festival con un gol de penalti (suerte en la que parece infalible) y la asistencia del último tanto.

En definitiva, el Real Madrid aferrado a su pegada y, sobre todo, a su estrella Cristiano Ronaldo, volvió a dejar por enésima vez consecutiva al Atlético sin ganar un derby, algo que para los rojiblancos empieza a ser una costumbre que, ya por habitual, casi está dejando de ser dolorosa.

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