lunes, 14 de mayo de 2012

La fábula del tigre que desquició a los leones

Cuentan que, en los lejanos Cárpatos, hubo un día en que un tigre consiguió quitarle la presa a una manada de leones hambrientos...

Este podría ser el principio de un cuento, el de la final de la Europa League que el Atlético de Madrid ganó por 3 a 0 sobre el Athletic de Bilbao. Los colchoneros lograron su segundo título en las tres ediciones disputadas de esta competición, un logro inimaginable para ellos hace tres o cuatro años.

Simeone ganó el duelo táctico a Bielsa, planteó la final aceptando que el peso del juego y del balón caería en el Athletic y que habría que luchar por cada centímetro del terreno de juego, presionar y, sobre todo, mantenerse muy unidos. El Athletic fue fiel a su estilo, el que le ha hecho llegar tan lejos como a dos finales este año, pero que, de algún modo, les hizo caer en Bucarest. La fidelidad de Bielsa le hizo vulnerable a ojos de un Simeone que le conoce como antiguo jugador suyo que fue en la selección argentina. El Cholo habló uno por uno con cada jugador el día antes de la final para explicarle en privado, íntimamente, que necesitaba de ellos. Se vió un Atlético entregado y solidario, con las líneas muy juntas, que ahogó completamente el juego entre líneas de los vizcaínos (fundamental en esta labor un hombre mirado con recelo por su afición, Mario Suárez), no solo impidió que combinaran en la media punta sino que anuló las peligrosas dejadas de Llorente a la segunda línea. Una vez recuperado el balón, a salir lo más rápido posible y a jugársela en el uno contra uno, aprovechando la calidad de los cuatro de arriba del Atleti y esa especie de marcaje al hombre con el que defiende el equipo vasco. A pesar de que en el segundo tiempo el Athletic trató con los cambios realizados de abrir más caminos hacia el área y del desgaste de los del Cholo, la ansiedad se fue apoderando de los leones y el gol  que les metiera de nuevo en el partido no llegó. Más bien al contrario, lo que llegó fue el tercero de los madrileños que cerró la final.

Pero si importante fue el tema táctico, la clave de la final fue el acierto de los jugadores, sobre todo el de un hombre, Radamel Falcao. El colombiano fue el jugador clave del anterior campeón de la competición, el Oporto, con el que, al igual que esta temporada, levantó el título de campeón y fue máximo goleador de la competición. Destacó entre los jugadores que vistieron de rojiblanco en la final la entrega y la confianza con la que salieron al campo, mientras que el Athletic hizo honor al color de la camiseta que lució: estaban verdes, se mostraron inmaduros y dubitativos. A los seis minutos, y fruto de ese descaro con el que salió el Atlético, Falcao recibió un balón dentro del área escorado a la derecha, realizó un gambeteo con ese estilo atropellado y algo patoso inconfundible en él y aprovechó un pequeño resbalón de Amorebieta para clavar el balón con pie izquierdo en la escuadra contraria de Iraizoz. Golazo. Latigazo inmisericorde para finalizar una jugada que parecía intrascendente. Para Falcao en el área no hay balón intrascendente, todo lo que le llega es susceptible de convertirse en gol. Es su hábitat natural, tal vez no haya ningún jugador en el fútbol mundial actual que se sienta tan cómodo en el área como él, ese es el terreno del tigre. Eso sí, fuera de la zona de gol está como un pingüino en un garaje, Simeone entendió esa particularidad mucho mejor que Manzano y en esta segunda mitad de la temporada Radamel parece otro, sus cualidades están mucho mejor aprovechadas. El puñetazo obligó a despertar al Athletic, que se hizó con los mandos pero no incomodó al Atlético. Así llegó el minuto 34, Miranda presionó la salida de balón bilbaína, robó, entregó a otro de los destacados de la final, Arda Turan, que sirvió desde banda izquierda para que Falcao, en la frontal del área pequeña, pisara el balón, mandará con su engaño a la defensa rival casi a otra dimensión y de nuevo con la izquierda pusiera otro clavo en la tumba de los de Bielsa. El tigre volvía a desquiciar a los leones. Cerró la cuenta Diego, a cinco minutos para el final, justo cuando el Athletic acosaba con más fuerza el área de un Courtois más atrevido en las salidas aéreas que de costumbre, con una jugada individual que demostró la tremenda clase que atesora el brasileño.

Fiesta merecida para los colchoneros, que batieron en esta Europa League record de goles en una temporada y de victorias consecutivas en la historia de las competiciones europeas, dos bonitos registros que agrandan el logro del título, tercero en tres temporadas. Pero como el Atlético es un club donde la alegría nunca parece plena, aun no había acabado el partido cuando ya se dispararon los rumores de que los dos goleadores y grandes estrellas del plantel, Falcao y Diego, tienen muchas papeletas para no continuar la próxima temporada, Diego al ser cedido y Falcao, cuya venta ayudaría a cuadrar las cuentas de la complicada economía de los del Manzanares. Consideraciones futuras aparte, gloria al gran campeón que ha sido el Atlético de Madrid y al dignísimo y brillante finalista que fue el Athletic de Bilbao, que aun tendrá una oportunidad de sacar la mítica gabarra tras la final de Copa del Rey.

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